El de la cara roja
A veces es por pena, por timidez, por vergüenza. Se le
inflan los poros de sangre bien oxigenada y se le aglutina en los cachetes, haciéndolo
parecer un vegetal, una fresa madura, un tomate de campo.
A veces es por el
sol, por el calor, por la radiación ultravioleta. Se le seca la piel, se va
cayendo lentamente en capas finas como a una cebolla, revelando una tez similar
a la de un camarón.
Pero hoy es por una
bofetada, merecida y bienvenida. Cada uno de los dedos queda marcado en el
rostro, en el espacio que hay entre la oreja y la nariz. Cinco finos dedos,
cinco ramas de cilantro que pesan infinitamente más de lo que parecen.
Y, es que hay muchas
razones para tener una cara roja.
...
Cuando se trata de ud, irme nunca ha sido una opción.
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