Ventilación Mecánica

Sentía la tibieza de la rabia en la cara. Había perdido la noche viendo una aburrida película protagonizada por una rubia parecida a Dolly Parton. Y también la chaqueta, que alguien en el cine se habría llevado por equivocación, igual de confundido al otro que había olvidado su larguísima bufanda en la butaca de al lado. Por fortuna, y gracias a la ira todavía fresca en su cabeza, no sintió frío a pesar de la fuerte corriente aire que emanaban de las rejillas de ventilación. Así que cuando se marchó, en realidad no echó en falta ninguna de las dos prendas.

Ya afuera, en la oscuridad del vestíbulo del cine, reflejado en un charco se podía leer el reflejo invertido y neón de un cartel que colgaba en el muro de la taquilla con la frase:

"Ya no tenemos tiempo".

Leyó varias veces la frase mientras se enrollaba mecánicamente la bufanda al cuello. Y continuó dándole vueltas hasta pasados el mentón, la boca, la nariz, las orejas y los ojos.




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