Como los mosquitos en ambar


"Cada dos días la rosa se marchitaba y yo la cambiaba por otra. Hasta que llegó una rosa especial.
De color rosa sin colorante ni injertos y no obstante de un rosa vivísimo creado por la propia naturaleza.
Su belleza ensanchaba el corazón en todas las direcciones. Parecía tan orgullosa de la turgencia de su corola abierta y de sus propios pétalos que se mantenía casi erecta; con gracia se inclinaba sobre el tallo, que era fino y quebradizo. Una relación íntima e intensa se estableció entre la flor y yo, yo la admiraba y ella parecía sentirse admirada. Y tan gloriosa estuvo en su hechizo y con tanto amor era observada que pasaban los días y no se marchitaba; seguía con la corola abierta y turgente fresca como una flor recién nacida. Sólo entonces empezó a dar algunos síntomas de cansancio. Después murió. La cambié por otra con pena.
Y nunca la olvidé."

Clarice Lispector

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