Aprendiendo

Hoy estaba particularmente hermosa. Y de un particular buen humor. Sus ojos son hipnóticos y un poco intimidantes, son preciosos, multicolores, con pestañas que acompañan en todo momento, con sus movimientos, sus gestos faciales (que son muchos). Se ríe, y frunce el ceño, y me hace silbar. Entonces recuerdo cuando la vi por primera vez, ajena a todo y a todos, bocetando en un cuadernillo grande, con su aire de artista. Y aun sin conocerla, ya me había enamorado.

Fue un suceso la primera vez que la oí. Una voz que nunca me imagine, tan suya, tan coherente con ella misma, que es increíble que alguna vez hubiera creído que su tono fuera otro. Habla de manera pausada, vocalizando cada palabra, no como un todo, sino como una sucesión de letras individuales.

H-o-l-a-D-a-n-i-e-l-,-¿-c-o-m-o-e-s-t-a-s-?

Y me empapa con sus preguntas, que son como agua, son liquidas, físicas, tienen masa. Y entonces le respondo con gran esfuerzo, hilando cada frase con cuidado para no parecer un tonto, y aprovecho y la miro a los ojos, otra vez.


No es circunstancial, es necesaria. Y esta viva.


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