Daniela (I)

Hacía frio, como siempre a esa hora. El cielo tenía ese bellísimo tono que hace a las mañanas tan agradables, nublado. Pequeñas partículas de agua acariciaban las sombrillas de los madrugadores, siempre tan ajenos y bien peinados, todos veloces, todos iguales.

Daniela hace mucho esta acomodada en su asiento. Siempre es la primera, no es raro. Ya ha quedado muy atrás en el tiempo el instante en que se duchó, hace ya bastante que desayunó. Ahora solo piensa en el trabajo que va a entregar en apenas algunos minutos, trabajo de impecable calidad que concluyó sin apenas esfuerzo ayer muy temprano.


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