El túnel

Los autos en aquella zona de la ciudad pasan muy rápido y muy seguido. Además, la vía es muy amplia. Por eso hay un túnel subterráneo para los tristes peatones, para que no exista la tentación de cruzar la calle de manera suicida. Peatones que se amontonan y se amalgaman con afán, empujándose y sin mirarse: jóvenes, adultos y viejos. No hay niños.

Aveces pintan el interior del túnel con imágenes que (me) evocan la cultura indígena, colores vivos, plumas, trazos sueltos. Sobre este telón de fondo, se paran algunos artistas a tocar el arpa o la armónica o un violín, todos con varios cds apilados a la venta. Nunca he visto que nadie los compre.

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