Hongos y vino


Releerse es de valientes, o de cobardes nostálgicos. 

Te di mi alma, ¿que acaso no te diste cuenta? Te la ofrecí desnuda e indefensa, tiritando de frio y con los ojos llorosos, azul y translucida. Me desprendí de mi ser y lo deje a tu disposición, un ser expectante y un poco asustadizo, que te miraba a las pupilas y se ahogaba, que no comía ni bebía nada si no era  de ti, que explotó en mil pedacitos y lo recogieron en una bolsita. Ese fue mi regalo, ese y una botellita con arena de colores. 

Por eso yo ando ahora por ahí con la mirada perdida y sin alma, que te la llevaste tu y no sé dónde la tiraste.



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