On top of her world
Suena el despertador antes de las cinco de la mañana todas las mañanas menos los domingos y festivos. Alarga el brazo y lo apaga aun con los ojos cerrados, se quita las cobijas y se queda en silencio acostada hasta que le da frío. Entonces si se levanta, busca una toalla y entra al baño.
A las cinco y cuarto ya esta bañada y vestida, casi siempre de blusa y pantalón claro. Prende los cuatro fogones de la estufa y cocina unos huevos, unas salchichas, hierve agua y bate el chocolate. También hace jugo de frutas dulces. Le gusta mirar por la ventana mientras cocina, se da cuenta de como se van encendiendo las luces en los edificios cercanos, como la oscuridad se va desvaneciendo poco a poco de una manera imperceptible. Sin darse cuenta ya hay mucha luz. Se acerca al interruptor y apaga la bombilla eléctrica. Seis de la mañana.
Ya hay música. Casi nunca distingue que clase de música es, o quien es el encargado de interpretar la pieza. Cada tres o cuatro días la música cambia, y con el cambio, se van los recuerdos de aquellas canciones. Nunca mas las vuelve a escuchar, ni en sueños.
Después de recoger los platos aun con restos del desayuno, piensa en Montería y en vallenatos. En el Sinú, en agua y en cebúes. En su hijo, en sus hermanos, en el calor. ¿Que hace ella aquí?
-Sudando arroz, guisando una carne en la olla pitadora.
Se ríe. Casi siempre ríe. De hecho, es difícil no verla con una sonrisa.Su buen humor es increíble. Y es como una niña pequeña, siempre curiosa, se asombra de todo, todo le gusta. Los alambres y las mallas metálicas cubiertas de yeso, los triángulos de cartón, las bolitas de icopor, las fotos antiguas, los aretes de fantasía, el arequipe y el dulce de leche, la gelatina de fresa.
A las ocho de la noche ya tiene sueño. Se acuesta en su cama, ajusta el despertador para las cinco menos diez y enciende el televisor con poco volumen. Trata de mirar una telenovela pero se queda irremediablemente dormida antes de que termine.
A las diez se levanta, apaga el televisor y ahora si se duerme.
A las cinco y cuarto ya esta bañada y vestida, casi siempre de blusa y pantalón claro. Prende los cuatro fogones de la estufa y cocina unos huevos, unas salchichas, hierve agua y bate el chocolate. También hace jugo de frutas dulces. Le gusta mirar por la ventana mientras cocina, se da cuenta de como se van encendiendo las luces en los edificios cercanos, como la oscuridad se va desvaneciendo poco a poco de una manera imperceptible. Sin darse cuenta ya hay mucha luz. Se acerca al interruptor y apaga la bombilla eléctrica. Seis de la mañana.
Ya hay música. Casi nunca distingue que clase de música es, o quien es el encargado de interpretar la pieza. Cada tres o cuatro días la música cambia, y con el cambio, se van los recuerdos de aquellas canciones. Nunca mas las vuelve a escuchar, ni en sueños.
Después de recoger los platos aun con restos del desayuno, piensa en Montería y en vallenatos. En el Sinú, en agua y en cebúes. En su hijo, en sus hermanos, en el calor. ¿Que hace ella aquí?
-Sudando arroz, guisando una carne en la olla pitadora.
Se ríe. Casi siempre ríe. De hecho, es difícil no verla con una sonrisa.Su buen humor es increíble. Y es como una niña pequeña, siempre curiosa, se asombra de todo, todo le gusta. Los alambres y las mallas metálicas cubiertas de yeso, los triángulos de cartón, las bolitas de icopor, las fotos antiguas, los aretes de fantasía, el arequipe y el dulce de leche, la gelatina de fresa.
A las ocho de la noche ya tiene sueño. Se acuesta en su cama, ajusta el despertador para las cinco menos diez y enciende el televisor con poco volumen. Trata de mirar una telenovela pero se queda irremediablemente dormida antes de que termine.
A las diez se levanta, apaga el televisor y ahora si se duerme.
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