Gélido
Escuchas los maullidos de los gatos callejeros y el reptar de las babosas envuelto en viento frio. La temperatura de la tierra húmeda y la masa vegetal trepa lentamente a través de las suelas de los zapatos, por las fibras de los músculos y hasta los huesos, y no hay nada ya que la cerveza pueda hacer. Poco a poco los vellos corporales se estiran y estremecen la piel, entumida por las ráfagas de viento nocturno. Un frio penetrante que congela la estructura ósea e insensibiliza las manos ya se ha instalado en el cuerpo, anidando, cómodo. No se ira por lo menos hasta dentro de un par de días.
El frio no se difumina, y es igual de perceptible aun después de una ducha caliente y al interior de varias capas de sabanas, abrigos y piel. Late. Esta vivo y está muerto. El frío como muerte atómica, muerte celular. Es la maldita ley de la termodinámica.
Después de haber probado con cientos de remedios, se acaban las opciones científicas. Recuerdas que los elementos congelados son mas frágiles, susceptibles a quiebres. Tu alma criogénica, por ejemplo. No sorprenden pues las grietas que ya se han formado en tu cuerpo. Es inminente un eventual colapso total. El frio ya hizo mella.
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Hasta que te abrazan. Maldita ley de la termodinámica.
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