Ácido desoxirribonucleico


Me gustan los autos. Odio los autos. Me gusta mirar cuando pasa un coche deportivo, cuando tiene unos rines de color plata brillante, cuando son descapotables. Odio el consumo de gasolina, odio el dióxido - monóxido de carbono y odio su color negruzco. Me gusta cuando prenden las sus luces y cuando aceleran, me gusta cuando el sonido del motor se va alejando poco a poco. Odio las bocinas, el tráfico y los parqueaderos. Me gusta cuando adelantan a otros coches y cuando toman las curvas muy cerradas. Odio el aparente estatus que le da a la gente, odio que el peatón (o el ciclista, en su defecto) deba andar con cuidado por su culpa.

Siendo muy pequeño pase muchas horas con unos carritos de cuerda. Los arrastraba por toda la casa y los dejaba rodar por las escaleras. No estoy seguro de si me gustan o no los autos. Pero algo de ellos me evocan tiempos más felices.

No, definitivamente no me gustan los autos. Pero esta en mi ADN desde chico. Y si me dan un carrito de cuerda, los rodaría con cariño por las escaleras.

 

Me da un poco de tristeza, un poco de rabia
conocer como se genera cualquier espacio,
desde un hospital hasta un museo.
La arquitectura no es un fin,
es un medio que busca satisfacer a un hombre adulto,
a una niñita,
a mi abuelita,
Y NO A UNA MAQUINA CON CUATRO RUEDAS.
 
Que una biblioteca se tenga que diseñar desde el parqueadero es deprimente.

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