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Calavera de azúcar, 
gafas de carey, 
dime la hora, 
dímela ahora;

 Dos gramos de papel de cuaderno y diez trazos de marcador a base de agua, un trozo ínfimo e infinito de felicidad se hace bolita y se arruga en el fondo de mi bolsillo.

Trasquílate el fleco
y te invito a un helado,
expón tus razones,
destroza corazones.

La tierra arcillosa es mi hogar, el barro y los pantanos me limpian el alma. No poseo huesos ni músculos, mi cuerpo es de bahareque y tapia pisada. No me quemo, solo me agrieto.

Yo gano batallas
y tu ganas la guerra;
tu un ángel en tierra, 
yo rana sin agallas.





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